¿En qué medida necesito ayuda?

¿En cuántas ocasiones hemos insistido en la importancia de que las personas no sólo cuiden, sino que se cuiden? La mala gestión del cuidado puede llevar a estados de estrés o síndromes como el burnout; en cambio, si solicitamos ayuda a nuestros familiares o repartimos tareas, podemos evitarlo y hacer del cuidado lo que debe ser en todo momento: una fuente de satisfacción y nunca de frustración.

Entendemos que de la teoría a la práctica hay un importante paso. Por ello, para que podáis ver con claridad y precisión en qué medida os implicáis y si necesitáis ayuda, desde El Rincón del Cuidador© os queremos enseñar un ejercicio práctico que os sirva de guía: la tarta del cuidado.

Qué es la tarta del cuidado

Pensad en un pastel sobre la mesa y una familia a su alrededor. Lo lógico es que se reparta equitativamente en base al número de comensales, pero entra en juego otros factores como el que quiere y puede abarcar más, el que está “lleno” y no puede, el que deja su trozo para más tarde etc.

Ahora imaginad que esa tarta es el tiempo que se emplea a los cuidados de nuestros mayores y los que se sientan alrededor quienes participan o están sujetos a atender sus necesidades. Eso es lo que mide la tarta del cuidado: la implicación de cada “comensal” en una tarta de la que no se puede dejar ni un trozo sin repartir.

Cómo realizar la tarta del cuidado

  • Dibuja un círculo que represente todo el cuidado que se dedica a la persona dependiente.
  • Divida esta tarta en tantos trozos como personas participen o colaboren en el cuidado.
  • Cada porción debe ser del tamaño proporcional a la implicación de cada persona.
  • Al final debemos obtener una representación de la dedicación de cada uno: el trozo más grande corresponde al cuidador principal, otros trozos de tamaño considerable a los cuidadores secundarios y puede haber trozos muy finos o incluso inexistentes.

Una forma de plasmar una realidad

Tras realizar el ejercicio de un vistazo podemos ver si estamos abarcando más de lo que debemos, si necesitamos pedir mayor implicación a uno o varios familiares o si el trozo más grande se puede repartir en mayores porciones, incluso entregándolas a cuidadores externos.

La idea es que a esta práctica le siga una reflexión que nos lleve a un estado de asertividad, de diálogo con nuestro entorno en el que se exponga una situación de la que debemos ser partícipes todos y no sobrecargarnos.

¿Y tú cuidador?, ¿eres de los que se “empacha” o de los que reparte la tarta?

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