Cuidado de la piel anciana

Solo observando la piel de un anciano, ya podemos ver que el envejecimiento afecta a este órgano. Pero, ¿sabías que, a parte del cambio estético, también afecta a su salud?

La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, y su salud es fundamental en la prevención de enfermedades que pueden acarrear malestar y empeoramiento de la calidad de vida.

Sigue leyendo para entender estos cambios y qué cuidados podemos proporcionar a la piel de los ancianos para favorecer su salud.

Principales cambios que ocurren en la piel con la edad

  • Reducción de melanocitos, es decir, las células pigmentadas que otorgan color a la piel. Por esta razón, la piel de los ancianos es más pálida y susceptible al sol, a la vez que aparecen manchas.
  • La piel pierde resistencia y elasticidad, que también afecta a los pequeños vasos sanguíneos. Esto implica que la piel se vuelve más frágil y que una pequeña contusión, pellizco o tracción puede provocar un hematoma o incluso una herida.
  • Las glándulas sebáceas producen menos secreciones, por lo que la piel aparece reseca. Esto puede causar picor, agrietamiento y otras molestias.
  • La capa de grasa que tenemos bajo la piel y que sirve de soporte y aislamiento, se adelgaza. Esto también aumenta el riesgo de lesión y provoca problemas para conservar la temperatura corporal. Esta es una de las causas de que los ancianos tengan frío más a menudo.
  • Por otro lado, las glándulas sudoríparas van perdiendo la capacidad de producir sudor, por lo que complica la capacidad natural del cuerpo para refrescarse cuando hace calor. Esto vuelve a los ancianos más vulnerables a los golpes de calor.
  • Asimismo, los receptores nerviosos que determinan las sensaciones de tacto, dolor, presión o temperatura, pueden sufrir cambios, especialmente en personas con diabetes. Por esta razón algunas personas mayores pierden sensibilidad y esto las hace más proclives a las quemaduras, roces y heridas que aparecen sin darse cuenta.

En las personas ancianas con dificultades para la movilidad, todas estas características se suman para aumentar los riesgos de aparición de úlceras y otras lesiones en la piel, ya que pueden pasar mucho tiempo con la misma zona en contacto con superficies o tejidos. Además, la piel envejecida puede tardar hasta 4 veces más en sanar que la piel joven, por lo que la prevención va a ser nuestra mejor herramienta.

Cuidados e higiene de la piel de los ancianos

La piel es un órgano externo, pero que se nutre desde el interior. Por tanto, lo que más va a afectar a su salud son los hábitos de salud generales: nutrición, hidratación y evitación del tabaco y el alcohol.

Además de mantener estos hábitos, también es recomendable:

  • Proteger del sol. No solo mediante una crema, pues puede ser insuficiente. También es recomendable usar prendas ligeras y amplias de manga larga, gafas de sol y, sobre todo, sombreros o gorras de ala ancha.
  • Hidratar frecuentemente la piel con cremas emolientes de prescripción farmacéutica. La aplicación deberá darse al menos una vez al día, tras el baño.
  • Usar gel de baño para el cuerpo y champú suaves, sin detergentes. Los baños oleosos pueden ser especialmente beneficiosos. Para el rostro, es más recomendable utilizar una leche de limpieza facial, aplicada con un algodón una vez al día.
  • Tratar las zonas especialmente sensibles con aceite de rosa mosqueta, que además de ácidos grasos esenciales, tiene propiedades hidratantes, regeneradoras y cicatrizantes.
  • Por otro lado, también es necesario tener especial cuidado con las zonas donde hay más roce, por ejemplo, en los talones por el uso de calzado, o en las ingles si la persona en cuestión usa absorbentes para la incontinencia urinaria. Es recomendable utilizar de forma preventiva apósitos y ungüentos específicos para estas necesidades.

Las uñas también cambian con la edad

Otro aspecto a tener muy en cuenta es el cuidado de las uñas. Con la edad, se vuelven más quebradizas, y esto también puede tener un efecto sobre la salud, ya que pueden astillarse con mayor facilidad, quedando puntas que pueden incrustarse en la piel. Para evitarlo, es importante mantenerlas cortas, pero también hay que cuidar la forma en la que se cortan: evitando levantar la cutícula, rozar o lesionar la piel. Las uñas de las manos se cortarán preferiblemente en redondo y las de los pies, rectas.

Finalmente, ante la aparición de manchas, verrugas o cualquier lesión de aspecto extraño o que no cure en un tiempo breve, no dudes en consultar con un médico.

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