Cuidados físicos del anciano

La actividad física es uno de los hábitos más saludables entre las personas de la tercera edad. El sedentarismo, por el contrario, asocia un nivel más alto de mortalidad ya que suele ir de la…

La actividad física es uno de los hábitos más saludables entre las personas de la tercera edad. El sedentarismo, por el contrario, asocia un nivel más alto de mortalidad ya que suele ir de la mano de problemas como la osteoporosis, la diabetes, la hipertensión, un alto nivel de colesterol o incluso de enfermedades cardiovasculares.

El 52% de los ancianos asegura pasar la mayor parte del tiempo sentado o inmóvil, hábito poco recomendable si queremos lograr un buen estado físico que permita un mayor grado de independencia. Mantener nuestra musculatura estática durante largos periodos de tiempo puede conducirnos a atrofiar la musculatura y debilitar las articulaciones.

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“El 52% de los ancianos pasa la mayor parte de su tiempo sentado. Cosa que acelera el proceso de envejecimiento del organismo”

La kinesiología es el estudio del movimiento del cuerpo humano, trabajando la interacción entre nuestro estado físico y nuestra salud. Gracias a esta corriente podemos asociar ciertos músculos a distintos órganos o funciones de nuestro organismo, detectando bloqueos o disfunciones corporales que afectan directamente a nuestra salud. El auge de esta corriente demuestra una vez más el gran impacto que tienen nuestros hábitos físicos sobre nuestra salud.

“La kinesiología es la corriente científica que estudia la relación entre la actividad o movimiento físico y su efecto sobre nuestros órganos y salud”

Es por ello que la actividad física cobra una vital importancia en edades avanzadas donde la salud comienza a deteriorarse. Pero más allá de los beneficios físicos el ejercicio también ofrece una gran posibilidad de socialización frente a la soledad del sedentarismo. Además del bienestar mental que proporciona, el anciano logra un mayor grado de independencia física, emotiva y social.

Es evidente que el anciano deberá adaptar sus actividades físicas a las características y exigencias de su organismo. La clave se encuentra en mantener el cuerpo activo sin traspasar los límites y sin forzar al organismo. A continuación analizamos las actividades más recomendables para el cuidado físico del anciano.

Ejercicios aeróbicos

Se trata de actividades que exigen un esfuerzo constante durante un periodo prolongado de tiempo, manteniendo siempre la misma intensidad. Los ejercicios más comunes suelen ser el caminar o andar en bicicleta. Muchos escogen la bicicleta estática en estos casos para evitar otros problemas asociados como pueden ser el equilibrio o demás peligros externos.

Lo ideal es realizar este tipo de ejercicios entre cuatro o cinco días por semana, dedicándole una media hora a cada sesión. Aun así, esto variará en función de cada individuo, sus posibilidades y objetivos.

Ejercicios de flexibilidad

Con la edad también perdemos flexibilidad conforme nuestras articulaciones van endureciéndose. Para frenar este proceso es recomendable realizar actividades de estiramientos activos y pasivos. Así, logramos una mayor flexibilidad en músculos y ligamentos cosa que dará al anciano un mayor grado de independencia en sus labores cotidianas. También evitamos la anquilosis, mal asociado al envejecimiento que consiste en la disminución o pérdida de movimiento en una articulación debido a la fusión de sus componentes.

Es aconsejable trabajar la flexibilidad entre uno y dos días a la semana con sesiones de unos 30 minutos.

Ejercicios de equilibrio

La pérdida del equilibrio puede ser una de las principales causas de pérdida de calidad de vida e independencia en personas de la tercera edad. Esta pérdida está directamente ligada a las caídas. De hecho, un tercio de la población mayor de 65 años que vive sola sufre al menos una caída al año, estadística que sube hasta la mitad de la población en el segmento que supera los 80 años. Esto va ligado a una pérdida de seguridad que puede causar efectos psicológicos adversos.

Es por ello que los ejercicios lentos para mantener el equilibrio son de gran ayuda para tener un envejecimiento saludable. Algunas prácticas recomendables son caminar encima de una línea recta, subir y bajar escalones pausadamente o incluso realizar ejercicios de Taichi.

Ejercicios de resistencia

Otro de los males asociados al envejecimiento es la fragilidad y pérdida de la masa muscular. Para combatirlo es importante realizar ejercicios suaves de musculación que nos permitan fortalecer nuestra musculatura, como el levantamiento de pesas ligeras. También trabajaremos los músculos de las extremidades inferiores mediante la bicicleta por ejemplo.

Gracias a esto logramos una mayor fuerza, equilibrio, capacidad aeróbica, flexibilidad y velocidad. La frecuencia recomendada es de tres días a la semana, con la intensidad y duración que mejor se ajuste a cada individuo.

En definitiva, todos estos ejercicios ralentizan el proceso de envejecimiento del organismo. Manteniendo una mayor independencia, calidad de vida y disminuyendo las probabilidades de diversas enfermedades y lesiones. Porque envejecer no significa quedarse parado.

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