Cómo tratar la irritabilidad en personas mayores

Irritabilidad, mal carácter, cambios de humor… son algunas de las alteraciones emocionales que puede sufrir una persona mayor al llegar a la vejez. Por eso, te traemos una serie de consejos para cuidar a ancianos difíciles y gestionar ataques de ira.

Cómo cuidar de personas mayores difíciles

La llegada a la vejez no solo supone alteraciones físicas en los ancianos, sino que su equilibrio emocional también se ve ampliamente afectado y ello conlleva, en ocasiones, tristeza profunda, aislamiento, depresión y situaciones de enfado o ira que pueden generar escenas de violencia y agresividad que hasta entonces no habíamos visto en la persona.


¿Cómo actuar en situaciones de ira en personas mayores? ¿Cómo ayudar a que la persona mayor no se sienta furiosa? Te lo contamos en este artículo.


Motivos de mal carácter e irritabilidad en adultos mayores

Las causas más comunes que desembocan en ataques de ira en personas mayores son:

Dependencia y falta de autonomía

Al llegar a la vejez, se van perdiendo de manera progresiva o repentina algunas capacidades tanto motoras como cognitivas, lo que hace que la persona mayor se vuelva dependiente y esa falta de autonomía les puede llevar a sentirse frustrados y por tanto irascibles.

Sensación de inutilidad

Debido a esa falta de autonomía, muchos ancianos sienten frustración, tristeza e ira por no ser útiles y pueden llegar a sentir incluso que se han convertido en una carga para la familia. Gestionar estos sentimientos muchas veces suele traducirse en enfado e irritabilidad.

Pérdida de capacidades y funcionalidad

Como hemos dicho, la pérdida de ciertas funciones tanto cognitivas como motoras que antes eran capaces de realizar sin problema (como ducharse, hacer la comida, resolver un crucigrama…), conlleva en los ancianos un cambio a asumir que, a veces, ante la incapacidad de gestionar esa frustración, se convierte en ataques de ira.

Rechazo al cambio

La dependencia suele presentarse en ocasiones de manera repentina debido a un accidente o evento de salud, por lo que supone un gran cambio difícil de asumir para la persona dependiente. Por ejemplo, tiene que mudarse a casa de un hijo, o a una residencia. En este contexto, muchas veces el anciano rechaza esta situación y desarrolla este mal carácter.

Desconexión con el presente

Ligado al punto anterior, la desconexión emocional ocurre cuando sufrimos algún cambio en nuestra vida que no somos capaces de asumir, y por eso nos desconectamos inconscientemente del presente para no sufrir. Pero esta represión, negación o bloqueo de las emociones suele tener “fugas”, que normalmente suele ser ataques de ira.

Demencia y delirios

La demencia senil se caracteriza por la pérdida progresiva de capacidades cognitivas, pudiendo causar en el enfermo confusión, desorientación e incluso delirios y alucinaciones. Es en este contexto donde pueden presentarse episodios de irritabilidad y enfado precisamente causados por esos estados de confusión y delirio.

Dolor físico

La vejez suele estar asociada con diversas enfermedades y padecimientos físicos, lo cual a su vez normalmente conlleva dolores asociados. Estos dolores, en ocasiones crónicos, pueden llegar a ser desesperantes para el enfermo, que acaba desarrollando mal humor.

Pérdida de familiares

El dolor no tiene por qué ser físico, sino que el dolor emocional, causado por ejemplo por la pérdida de un ser querido y su consecuente etapa de duelo, también puede llevar al anciano a sumirse en un bucle de tristeza y enfado.

Trastornos mentales

Algunos trastornos mentales o neurodegenerativos, como la demencia, también pueden ser causantes de los ataques de ira.

Medicamentos

Los medicamentos tienen asociados, en mayor o menor medida, una serie de efectos secundarios, entre los que pueden estar los cambios de humor. Teniendo en cuenta que los ancianos suelen estar polimedicados, es más probable que presenten esta reacción y desarrollen mal carácter.


Cómo tener paciencia y gestionar la ira en ancianos

Evitar situaciones y personas que le generen irritabilidad

Si sabes que hay conversaciones y personas que generan malestar en la persona mayor, evita que se expongan a ello, salvo cuando sea estrictamente necesario. Quizás el paciente no se muestre irascible en el momento, pero la acumulación deriva en estos ataques de ira.

Distrae su atención

Las personas mayores tienden a magnificar hechos muy pequeños, y lo que comienza como un detalle que aparentemente es insignificante, puede derivar en un estallido de enfado. Así que si presientes que el paciente está frustrado por algo que ha ocurrido, escuchado o presenciado a lo largo de la jornada, trata de que pierda el foco en ello.


Intenta que recuerde cosas que le hagan sentir bien, ponte a hablar de algo cotidiano, pregúntale qué ha hecho a lo largo del día y, sobre todo, ignora sus provocaciones y toda conversación que preveas que puede derivar en ese estado de descontrol emocional.

No hay un ganador y un perdedor

Si finalmente se llega a producir la conversación, el anciano tratará de tener la razón y, si no lo consigue, se sentirá humillado y como un perdedor. Convéncele de que no se trata de ganar o perder nada y, de nuevo, intenta distraer su atención para quitar el foco de esta situación.

No forzarlos a comer, tomar sus medicinas, ducharse o cualquier otra actividad

Obligarles a la fuerza a realizar estas actividades solo hará que su enfado aumente y probablemente acabe en un ataque de ira. Por eso, si se llega a dar la situación de que se niega a llevar a cabo cualquiera de estos actos, como tomar sus medicinas o darse un baño, tómate tu tiempo para sentarte junto a él y explicarle con paciencia por qué debe hacerlo y lo mucho que te ayudaría si lo hiciese.

Demuéstrale que no es frágil

Debido a la pérdida de autonomía, el anciano puede sentirse frágil, desprotegido e inutil, lo que puede generar mucha frustración. Por ello, trata de no infantilizarlo y hazle ver lo importante que es en la familia, su aportación a lo largo de los años, el resultado de sus esfuerzos… El objetivo es que deje de estar a la defensiva y que sienta que su figura sigue teniendo sentido y es relevante en la vida de los demás.

No trates de llevar la razón

Durante la vejez, la memoria y la capacidad de pensar con lógica se ven deterioradas. Aunque te resulte difícil de entender su posición, no intentes razonar con él cuando no estéis de acuerdo o no entienda algo, ya que si insistes se sentirá mal, aumentará su frustración y con ello aumentarán las probabilidades de un enfado descontrolado.

No te lo tomes como algo personal

Ya sabes lo importante que es que como cuidador que tú también te cuides, así que es importante que no te tomes los ataques de ira de tu ser querido dependiente como algo personal.


Por el contrario, intenta quitarle importancia y evitar pensamientos negativos con respecto a lo ocurrido. Para ello, tómate un tiempo y enfoca tu atención en algo que te agrade, relájate y retoma tus tareas un poco más adelante, cuando la situación se haya calmado.

Ayuda profesional

Cuando veas que los episodios de ira son muy frecuentes y puedan derivar en daños físicos, consulta con un médico, psiquiatra o psicólogo que os ayude a gestionar sus emociones y a actuar correctamente en dichos momentos.



Qué hacer ante una discusión o rabieta

Si los consejos anteriores no han sido suficientes para frenar su enfado, aquí te dejamos algunos consejos para gestionar una discusión con una persona mayor:


  • Escucha con mucha atención.

  • Asegúrate de que pueda escucharte.

  • Mira al adulto mayor cuando le hables.

  • No le hables como si fuera un niño.

  • Evita dar consejos si no te los pide.

  • Acepta que se pueden tener opiniones diferentes.


Consejos para que los ancianos se sientan útiles

Tal y como ya hemos comentado, la pérdida de autonomía puede hacer que el anciano se sienta inutil, lo que puede generar mucha frustración. Por eso, te damos varias sugerencias y recomendaciones para que las personas mayores se sientan útiles:

Hacerlos partícipes de las tareas del hogar

Quizá ya no pueden cocinar o limpiar como antes, pero puedes asignarles algunas tareas que sepas que aún pueden realizar pero que a la vez les supongan un pequeño reto y esfuerzo, como por ejemplo hacer la cama, ayudarte a hacer la comida, que se laven los dientes solos…

Incentivarlos a aprender cosas nuevas

Una buena forma de sentirse útil es aprendiendo algo nuevo. Algunas ideas que puedes intentar son:

  • enseñarles un nuevo juego de mesa que sea sencillo.
  • motivarles a cocinar recetas diferentes.
  • animarles a utilizar una nueva tecnología (por ejemplo, para hacer videollamadas con otros familiares).

No permitir que se aislen

Aunque en muchas ocasiones las personas mayores tratarán de aislarse debido a diferentes causas, es importante no dejar que esto ocurra, ya que la soledad tiene numerosas consecuencias negativas en los ancianos y, por el contrario, sentirse acompañados es una de las cosas que más les puede beneficiar, aunque no sean conscientes de ello.


Por ello, debes animarle y ayudarle a mantener sus relaciones sociales, incluso aunque ya no lo pueda hacer por sí solo, por ejemplo llevándolo a reuniones sociales y recreativas siempre que sea posible.


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