Hiporexia. La pérdida de apetito en personas mayores

La hiporexia o pérdida de apetito en nuestros mayores es algo más común de lo que pensamos. Descubre qué es la hiporexia, sus causas, cómo detectarla y consejos para evitarla.

Se estima que la hiporexia afecta a más de 8 millones de personas mayores en nuestro país, ya que más del 60% de los adultos mayores la padecen, pudiendo causar desnutrición.


En este artículo te explicamos qué es la hiporexia, sus causas y qué podemos hacer cuando un anciano sufre pérdida de apetito.

Qué es la hiporexia

Se denomina hiporexia al trastorno alimenticio en el que la persona afectada va perdiendo poco a poco el apetito. Esta condición puede surgir a cualquier edad, aunque resulta más común en ancianos.


En ocasiones, se trata de una patología difícil de detectar dado que algunos síntomas se asocian a comportamientos habituales por la edad, por lo que es importante estar atentos a cualquier señal de alarma como una pérdida de peso involuntaria o desgana incluso ante sus platos preferidos.


Una hiporexia no controlada puede suponer un grave riesgo para la salud de quien la padece, pudiendo causar desnutrición o empeoramiento de otras enfermedades.

Causas de la pérdida de apetito o Hiporexia en personas mayores

Entre las causas que desencadenan la pérdida de apetito en el adulto mayor encontramos diversos factores, por lo que separamos las causasfísicas, como podría ser que con el aumento de la edad se necesita comer menos porque se necesita menos energía y las causas psicológicas, relacionadas al estado anímico:

Causas físicas

  • Envejecimiento. Con el paso de los años se reduce el movimiento y por lo tanto existe una menor exigencia calórica, lo que produce una pérdida de apetito.

  • Enfermedades o infecciones. Los cambios en el gusto o apetito también aparecen cuando se padecen algunas enfermedades graves, como Alzheimer, Parkinson o insuficiencia cardíaca, pero también deberemos estar atentos a la presencia de infecciones bucales y en la garganta, ya que tienen un papel importante a la hora de consumir alimentos.

  • Problemas para masticar o deglución (disfagia). La dificultad para masticar o deglutir hará que nuestro adulto mayor ingiera menos cantidades de alimentos, disminuyendo así su apetito y a su vez presentar rechazo hacia algunas comidas y líquidos.

  • Fármacos o tratamientos. Existen ciertos medicamentos cuyos efectos secundarios pueden alterar el sabor y el apetito, como la morfina, la codeína o la quimioterapia.

  • Baja actividad física o sedentarismo. Llevar una vida sedentaria conlleva a comer menos, ya que el cuerpo necesita menos energía.

  • Otras causas fisiológicas. Diferentes tipos de alteraciones como un ictus o problemas digestivos empiezan a mostrarse a través de los desórdenes alimenticios como es la hiporexia, por lo que un diagnóstico precoz será clave para el tratamiento.

Causas psicológicas

  • Estado anímico: la ansiedad, la tristeza, el nerviosismo o el estrés son factores que contribuyen a que una persona no quiera comer.

  • Soledad o distanciamiento social: la pérdida de seres queridos, vivir en soledad o estar lejos de la familia son causas de la falta de apetito y que pueden desencadenar en la llamada hiporexia social.

  • Depresión: las hormonas que se encargan de regular el apetito se liberan por los neurotransmisores, que se ven afectados cuando una persona sufre depresión, y por lo tanto impactan en la falta de apetito.

Cómo detectar la hiporexia en ancianos

Como hemos visto en el punto anterior, comer menos a medida que envejecemos es normal, pero cuando un adulto mayor muestra poco apetito es importante prestar atención a cambios en su peso y su consumo de alimentos.


Además, puede ser útil observar si presentan síntomas físicos o mentales relacionados con la desnutrición, como fatiga, debilidad, irritabilidad, dificultad para concentrarse, dolor abdominal o cambios en el patrón del sueño.


Sin embargo, ante cualquier duda o sospecha, te recomendamos que lo hables con tu profesional sanitario de confianza, médico, enfermero o farmacéutico, seguro que sabrán orientarte.

Consecuencias de la hiporexia a tener en cuenta

La falta de apetito en adultos mayores va ligado a la disminución del consumo de nutrientes necesarios para mantener una buena salud, ya que sin ellos puede comportar las siguientes consecuencias:

  • Desnutrición. Se trata de la consecuencia más grave, dado que la falta de nutrientes esenciales puede comportar un aumento del riesgo de infecciones, caídas y fracturas, además de un mayor riesgo de hospitalizacióny de defunción.

  • Anemia. Los niveles bajos de hierro en sangre pueden generar síntomas como fatiga, cansancio, taquicardias, pérdida de memoria, somnolencia o alteración del gusto.

  • Caídas frecuentes y pérdida de equilibrio. La falta de energía por no comer unida al cansancio, aumenta el riesgo de perder el equilibrio y así sufrir caídas tanto en casa como en el exterior.

  • Agravamiento de enfermedades. La falta de nutrientes conlleva a que el sistema inmunitario de la persona con hiporexia se debilite, por lo que cualquier patología que existiera previamente empeorará notablemente, poniendo en riesgo la salud de nuestra persona mayor.

  • Trastornos mentales. La falta de vitaminas y minerales pueden provocar patologías psicológicas de notable consideración que aceleran el deterioro cognitivo.

10 Consejos para evitar la falta de apetito en personas mayores

Desde Rincón del Cuidador® queremos darte algunas recomendaciones básicas para prevenir la hiporexia:

  • No forzar la ingesta ni reñir a la persona mayor: presionar a la persona mayor a que coma puede generar el efecto contrario y ocasionar rechazo. Con paciencia y sin prisas, conseguiremos que disfrute del plato que le hemos preparado.

  • Reduce las porciones y aumenta la cantidad de veces que se come al día: ofreciendo de 5 a 6 comidas pequeñas al día garantizamos la ingesta de nutrientes necesarios y reducimos el riesgo de desnutrición.

  • Ten en cuenta sus gustos: como cuidador/a seguro que conoces sus gustos mejor que nadie, así que no dudes en ofrecerle algo que le apetezca aunque sea fuera del horario habitual de comidas.

  • Incluye en su dieta alimentos que aporten mucha energía y variedad de nutrientes: optar por alimentos con valor energético como los frutos secos y los cereales integrales ayudarán a evitar la pérdida de musculatura. Un ejemplo para introducirlos puede ser mediante batidos con frutas de temporada, una opción sabrosa y llena de nutrientes.

  • Evita alimentos que sacien o con mucha fibra: los alimentos altos en fibra tienen un elevado poder saciante, así que podemos optar por ofrecerlos en raciones pequeñas pero frecuentes.

  • Mejor optar por comidas templadas: las comidas calientes envían más señales de saciedad al cerebro, con lo cual es más posible que se sacie antes. Además, un plato templado conservará mejor sus aromas y será más fácil saborearlo.

  • Variar la dieta: variar los tipos de cocción, texturas y sazonados ofrece una multitud de posibilidades para cada alimento.

  • Platos fáciles de tragar, ten en cuenta dificultades de deglución: es importante tener presentes las limitaciones a la hora de masticar o tragar los alimentos para adaptar sus texturas.

  • Prepara comida atractiva visualmente, mejorar presentación: en estos momentos más que nunca es importante ofrecer comidas que entren por los ojos, así que no tengas miedo en combinar alimentos coloridos, con variedad de formas y texturas.

  • Convertir la hora de comer en una actividad social: haz de cada cada comida un momento especial. Evitar distracciones como la televisión y favorecer la conversación no solo ayuda a que la persona se concentre en los sabores y en lo que está comiendo, también ayuda a fortalecer los lazos emocionales con quienes compartimos su día a día.

¿Qué hacer si la persona mayor no quiere comer?

Como siempre decimos, la mejor cura siempre es la prevención: si notamos que nuestra persona mayor deja de comer y empiezas a darte cuenta de que hay un problema, podemos intentar descubrir la causa.


Como cuidadores, la comunicación es fundamental con la persona a la que cuidamos, por lo que puede ser útil preguntarle directamente si hay algo que le está preocupando y por qué no le apetece comer, además de intentar aplicar los consejos que hemos desarrollado en el punto anterior.


Finalmente, no dudes en buscar ayuda con tu profesional sanitario de confianza para encontrar una solución. Hacer que tu ser querido regrese a la rutina de comer cantidades saludables puede ayudarle a mejorar su bienestar, vivir más tiempo y disfrutar más de la vida.


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