Consejos para adaptarse al cambio

El hecho de convertirse en cuidador de un familiar dependiente o semidependiente supone un gran cambio, pero no por esto tienes que dejar de disfrutar de la vida. Al principio, es normal que se te…

El hecho de convertirse en cuidador de un familiar dependiente o semidependiente supone un gran cambio, pero no por esto tienes que dejar de disfrutar de la vida. Al principio, es normal que se te haga cuesta arriba, pero con la preparación necesaria y, si le pones ganas ¡lo harás de maravilla!

Hoy te traemos algunos consejos que creemos que te pueden ir bien: leerlo solo te llevará 5 minutos ¡pero puede ayudarte muchísimo de ahora en adelante!

Afronta el cambio, no lo evites: los cambios nos inquietan, nos hacen sentir que perdemos el control y el no saber qué nos prepara el futuro nos asusta un poco. Cuando te encuentras así, puedes hacer dos cosas: o agachar la cabeza y pensar en el pasado o bien ponerte firme y hacer todo lo posible por acostumbrarte a la nueva situación.  Tómatelo como un reto: cada pequeña alegría ¡será una pequeña victoria!

Busca apoyos: cuando te conviertes en cuidador, es muy importante que seas fuerte y que cada día que te levantes pienses ¡puedo con esto y más! Y para sentirse así, tienes que contar con el apoyo de tu familia y amigos. Tienen que ser conscientes del gran esfuerzo que estás haciendo y de que habrá días en los que necesitarás su ayuda o tendrán que animarte. Su cariño y apoyo serán una increíble inyección de energía. Si algún día te ves superada o superado, coméntaselo: ¡estarán encantados de echarte una mano!

Mantén algunas de tus rutinas: el cuidar de una persona dependiente o semi-dependiente puede llegar a cansarte. Así que, en tu tiempo libre, tienes que despejar tu mente y hacer las cosas que te gustan: tomar café con tus amigos, leer un libro o una revista, salir a dar un paseo… Desconectarás, te sentirás bien y cargarás las pilas.

Lo ideal es que elijas un día de la semana en el que sí o sí te vas a dar un capricho: es tu momento, aunque sea corto o un gesto pequeño, pero es para ti. ¡Date un homenaje, te lo mereces!

Ten paciencia, estás aprendiendo: es normal que no sepas hacer las cosas bien desde el primer día. No eres mal cuidador: es que no tienes experiencia. Tómate las cosas con calma y piensa que, según vayas haciendo las cosas más veces, lo harás mucho mejor. Cualquier duda que tengas, pregunta: a tu médico, a tu farmacéutico, a asociaciones especializadas… Ellos estarán encantados de ayudarte y de que te preocupes por el tema. Si ves que al principio no puedes con todo, siempre puedes hablar con alguna asociación que te preste ayuda a domicilio: podrás aprender de esa persona, te ayudará a irte acostumbrando con pequeñas tareas y así el cambio será paulatino y más fácil de llevar.

Infórmate: no hace falta que hagas un curso, ya que no eres un cuidador profesional, pero si te informas sobre la patología de la persona a la que cuidas, efectos secundarios, cómo mover correctamente a un dependiente etc. sabrás qué es normal y que no. Y así cada vez tardarás menos en hacer las tareas y no te cansarás ni la mitad. Merece la pena ¿verdad?

Porque nosotros sabemos que los cambios cuestan, queremos ayudarte a afrontarlos con valentía y positividad y, si hay algo de lo que estamos seguros, es de que ¡tú puedes hacerlo!

Y tú ¿cómo lo has hecho para manejar el cambio?

Cuéntanoslo en los comentarios. ¡Puedes ser la inspiración de otras personas!

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