La clave es cuidarse más uno mismoGarantizar una buena salud tanto física como psicológica del cuidador es garantizar una buena atención para...
Fases del cuidado y sus emociones asociadas
Aprender a cuidar es un proceso paulatino, que lleva un tiempo y que hace que un cuidador pase por varias etapas hasta que integra su rol de cuidador de una persona dependiente.
Desde el Rincón del Cuidador® queremos mostrarte que cada una de estas etapas nos enseña algo, que las emociones que acompañan a estas fases tienen como finalidad permitirte que te adaptes, para ello sólo tienes que validar dichas emociones y entenderlas.
Etapa previa al cuidado, o negación.
No tiene por qué darse en todos los casos. Cuando esta fase se manifiesta, se caracteriza porque la persona cercana o el allegado no ve como se encuentra su familiar. La negación corresponde a un mecanismo de defensa; asumir que nuestro familiar está comenzado a enfermar nos haría salir de nuestra zona de confort, nos obligaría a adaptarnos a una nueva situación y nos resultaría muy doloroso, por lo que de modo inconsciente no lo vemos.
Toma de consciencia.
Si se ha pasado por la etapa anterior, llega un momento en el que somos conscientes de la situación. Esta toma de conciencia a veces puede provocarnos sentimientos de culpa o vergüenza, es normal que nos sintamos así. El hecho de validar lo que estamos sintiendo, tratarnos a nosotros mismos como lo que somos, seres humanos que a veces no ven las cosas o tener una mirada compasiva hacia nosotros mismos nos facilitará transitar y aprender de esta etapa.
Búsqueda de información y recursos.
Estamos preparados para ayudar, queremos saber bien y con detalle qué le pasa a nuestro familiar, es por ello que nos sentimos motivados e incluso alegres. Aquí la alegría está diseñada para ayudarte a buscar información, recursos, ampliar tus conocimientos y tu red de apoyo. Es importante que no culpabilices por esta alegría inicial, es completamente adaptativa, estás iniciando una acción que va a necesitar mucha energía. También es importante que esta alegría no sea extrema, es decir, que no roces la euforia, ya que eso te haría tener una visión distorsionada de tu realidad y pensar que tú solo vas a poder con todo. Una alegría extrema también podría llevarte a tomar decisiones precipitadas.
Comienza el cuidado.
Después de haber pasado por todas estas etapas comienzas a cuidar, te das cuenta de qué tipo de realidad es cuidar de una persona dependiente y es normal que te sientas enfadado y frustrado. Estas dos emociones aparecen porque crees que la vida ha sobrepasado un límite o te sientes agredido. Es normal que pienses que tienes muy mala suerte, o que no es justo, o que no entiendes bien porque te ha tocado a ti. Esta etapa te está invitando a que recuerdes que la vida no siempre es justa, ni perfecta, pero pese a todo es vida.
En esta etapa también puedes sentirte triste, recuerda que la tristeza está diseñada para gestionar pérdidas, le estás diciendo adiós a tu vida anterior y al rol que desempeñaba la persona dependiente en tu mundo. Otra de las funciones de la tristeza es dejarte reconfortar por los demás. No estás solo, acuérdate de esos buenos amigos, familiares y gente que te quiere. Seguro que están encantados de darse un respiro contigo, echarte una mano y recordarte que ellos también forman parte de tu realidad actual, aunque sea un poco dura, imperfecta o injusta.
Aceptación.
Es la etapa final, en la que ya tienes integrado tu nuevo rol y ya estás asumiendo el cuidado de la persona dependiente. Cuando lleves un tiempo, que será diferente para cada persona, es normal que te sientas cansado, que presentes labilidad emocional y picos de estrés, en este momento es muy importante que cuentes con una red de apoyo estable y sepas delegar.
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