La diabetes es una enfermedad crónica relacionada con el aumento de los niveles de azúcar en sangre que suele aparecer después...
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Hoy en día, muchas personas mayores disfrutan de su jubilación de manera activa. Pueden ser niñeros de sus nietos, compañeros fieles de sus mascotas, o dedicarse a sus pasiones, como el baile, la pintura o el deporte. Estos años pueden ser una etapa vibrante y gratificante si se cuenta con un buen estado de salud, y la nutrición adecuada juega un papel fundamental en ello.
Cambios fisiológicos que afectan a la nutrición en la tercera edad
A partir de los 65 años, el cuerpo experimenta varios cambios fisiológicos que pueden influir en la nutrición. La pérdida de masa muscular y el aumento de la grasa corporal son comunes debido a la alteración en el metabolismo de las proteínas. Además, la sensación de sed disminuye, lo que puede llevar a la deshidratación si no se presta atención a la ingesta de líquidos. La falta de hidratación puede tener efectos graves, como hipotensión, calambres, fatiga, y problemas digestivos como el estreñimiento.
Es importante recordar que el cuerpo humano está compuesto en un 70% por agua, y mantener una hidratación adecuada es esencial para el buen funcionamiento de los órganos y tejidos. Además, una dieta desequilibrada y la reducción de la actividad física pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como la obesidad, la diabetes o el colesterol alto, que pueden tener graves complicaciones si no se controlan.
Consejos de alimentación para una vejez saludable
Mantener una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable son las claves para envejecer con bienestar. A continuación, algunos consejos prácticos para una buena nutrición en la tercera edad:
Mantener una ingesta calórica adecuada: Las necesidades calóricas de una persona mayor suelen ser menores, alrededor de 2.100 calorías diarias, debido a una reducción en el metabolismo basal y al incremento del sedentarismo.
Hidratación: Beber al menos 1,5 a 2 litros de agua al día es crucial. Esto no solo ayuda a mantener una función renal adecuada, sino que también previene infecciones urinarias y problemas de estreñimiento. El agua es una fuente natural de minerales esenciales, como las sales minerales, que favorecen el equilibrio del organismo.
Distribuir las comidas: Organizar las comidas del día en tres principales es ideal para asegurar una ingesta nutricional equilibrada:
Desayuno: Un buen desayuno puede incluir una taza de café con leche y galletas o biscotes. La leche es una excelente fuente de calcio y proteínas, esenciales para la salud ósea. Para quienes padecen diabetes o intolerancia a la lactosa, es recomendable optar por versiones sin azúcar añadido o bebidas lácteas alternativas.
Almuerzo: En esta comida es importante incluir alimentos ricos en fibra, como la pasta y el pan integral, que ayudan a la saciedad y al tránsito intestinal. Acompañar con proteínas como carne magra (pollo, pavo) o pescado, que aportan nutrientes esenciales como Omega-3, ideal para combatir enfermedades cardiovasculares. Además, las verduras y frutas frescas ricas en vitaminas son indispensables.
Cena ligera: Se recomienda que la cena sea ligera para facilitar la digestión y evitar problemas de sueño. Un plato principal sencillo acompañado de una guarnición, como verduras, es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales sin sobrecargar el sistema digestivo.
Es fundamental que las personas mayores presten especial atención a su nutrición y estilo de vida para mantener una buena salud. Sin embargo, cada caso es único, por lo que siempre es recomendable consultar a un médico de atención primaria o especialista para recibir un asesoramiento personalizado y garantizar que las decisiones nutricionales se adapten a sus necesidades específicas.
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