Agresividad en ancianos con demencia

La agresividad en ancianos es una de las consecuencias más habituales de la demencia. El anciano con un ataque de agresividad padece, pero, además, la repercusión emocional en el cuidador puede llegar a ser muy grave.

La agresividad en ancianos es un problema que puede generar preocupación e incluso desasosiego en quienes cuidan a estos pacientes. Este comportamiento, a menudo ligado a enfermedades como la demencia, puede convertirse en un gran reto para las personas que les cuidan.

Para convivir de la mejor manera posible con esta consecuencia de la demencia, es importante conocer a qué se debe la agresividad en personas mayores y qué medidas podemos poner en práctica para tratar de reducirla.

Es importante comprender la agresividad en ancianos

Antes de entrar de lleno en este tema tan delicado, es crucial que entendamos que la agresividad en ancianos, especialmente aquellos con demencia, no es algo que ellos puedan controlar, ya que a menudo es una respuesta a una serie de cambios internos y externos que pueden resultarles confusos o amenazantes.

Tener empatía y paciencia con ellos puede marcar una gran diferencia en su calidad de vida y en nuestra relación con ellos.

Causas de la agresividad en ancianos con demencia

A medida que nos vamos haciendo mayores vamos experimentando una serie de cambios, tanto físicos como cognitivos.

Esa pérdida de facultades puede conllevar a la experimentación de unos sentimientos que inciden directamente en el carácter y que pueden desencadenar en agresividad. Algunas de las causas más frecuentes que conducen a la agresividad en ancianos con demencia pueden ser:

  • Confusión: la demencia puede causar desorientación, lo que puede provocar miedo y ansiedad, derivando en un comportamiento agresivo.
  • Frustración: los cambios cognitivos pueden dificultar la realización de tareas cotidianas, lo que puede generar frustración y enfado.
  • Dolor físico: los ancianos pueden experimentar dolor debido a diversas condiciones de salud. Si no pueden comunicarlo adecuadamente, pueden volverse agresivos.
  • Ambiente tenso: vivir en un entorno hostil donde la familia o el cuidador están alterados y crispados constantemente puede desencadenar en agresividad en la persona con demencia.
  • Deterioro de la comunicación: la pérdida de habilidades lingüísticas puede provocar frustración e indignación.
  • Depresión: este trastorno común en personas mayores puede manifestarse inicialmente como irritabilidad y acabar en agresividad.
  • Delirios o alucinaciones: la demencia puede causar estos síntomas, que a su vez pueden desencadenar arranques de ira.

Es vital recordar que cada individuo es único y puede presentar diferentes causas de agresividad, siendo un problema de salud y bienestar tanto para la persona que la padece como para su entorno, por lo que es importante acudir al médico.

Síntomas de agresividad en ancianos

La agresividad en ancianos puede manifestarse tanto de forma verbal como física, y aunque puede parecer algo obvio a simple vista, en realidad muchas veces los síntomas pasan desapercibidos por aquellas personas más cercanas a la persona afectada.

Estos son algunos síntomas para ayudarte a reconocerlos y actuar en consecuencia:

  • Amenazas: pueden amenazar con causar daño a sí mismos o a los demás.
  • Insultos: es posible que utilicen lenguaje ofensivo o grosero.
  • Falta de empatía: pueden mostrar indiferencia hacia los sentimientos de los demás.
  • Culpabilización: acusan a los familiares o personas cercanas de sus problemas.
  • Violencia física: en casos extremos, pueden llegar a agredir físicamente.
  • Resistencia al cuidado: se resisten a recibir ayuda en tareas cotidianas.
  • Irritabilidad: presentan cambios de humor repentinos y severos.
  • Destrucción de propiedad: podrían dañar objetos de su entorno.

Ante la manifestación de estos síntomas, es importante estar atentos para poder intervenir adecuadamente y buscar ayuda profesional si es necesario.

Obsesiones más comunes en ancianos con demencia

Las obsesiones son pensamientos o impulsos que provocan ansiedad y malestar para quienes las experimentan, lo que conlleva a situaciones muy difíciles de manejar cuando además la persona padece de demencia.

Las obsesiones en ancianos con demencia pueden variar, pero algunas de las más comunes son:

  • Revisar constantemente: pueden sentir la necesidad de examinar repetidamente las puertas, ventanas o electrodomésticos.
  • Acumulación: a través de recolectar y acumular objetos de manera excesiva.
  • Rutinas estrictas: es posible que desarrollen una necesidad compulsiva de seguir ciertas rutinas o rituales, con actos de repetición.
  • Pensamientos intrusivos: pueden tener pensamientos no deseados que se repiten una y otra vez.
  • Preocupación por la seguridad: es posible que se obsesionen con su seguridad personal o la de los demás.

Consejos para tratar la agresividad en ancianos

No obstante lo explicado más arriba, sentir la agresividad del ser querido al que cuidamos no es agradable y puede minar poco a poco nuestras energías. Para evitarlo, te proponemos algunos consejos que pueden ayudarte:

  • Toma distancia emocional. Comprender las razones de la agresividad que acompaña a la demencia es un primer paso. Entender que se trata de la enfermedad mostrando otra de sus caras te ayudará a separar esas reacciones violentas de tus sentimientos por la persona a la que cuidas.
  • Investiga qué está causando las reacciones agresivas. Como hemos visto, la agresividad surge como respuesta a la ira o al miedo. ¿Qué es lo que está molestando al anciano a tu cargo? ¿Qué es lo que le causa ira, miedo o desconfianza? No siempre es fácil averiguarlo, porque su percepción de la realidad puede estar alterada. Es posible que haya cambios en el hogar o en las personas que le atienden que le causen desconfianza (recuerda, además, que los mayores tienen más dificultades para adaptarse a los cambios). Quizá le moleste no poder llevar a cabo las tareas que antes sí podía, sentirse dependiente, no poder controlar lo que come o sus impedimentos físicos, etc.
  • Modifica dentro de lo posible aquello que le hace sentir ira, miedo o desconfianza. Quizá puedas hacer pequeños cambios que le permitan recuperar cierta autonomía, como por ejemplo contar con su opinión para decidir las comidas o facilitarle tareas que pueda llevar a cabo. Le puedes hacer sentir útil y distraer su atención pidiéndole favores que tenga capacidad de realizar, como por ejemplo que teja una bufanda para un nieto.
  • Intenta hacerle sentir cómodo. Si sabes qué está causando las reacciones agresivas, quizá puedas cambiarlo y quizá no. En cualquier caso, procurar un entorno agradable para el anciano resultará de ayuda. Asimismo, háblale y explícale con paciencia lo que estás haciendo cuando le procures cuidados, cuando haya presente alguien desconocido o cuando se produzca algún cambio en la rutina.
  • Evita las situaciones que le provoquen agitación emocional. Por ejemplo, las discusiones o los temas de conversación que generen irritabilidad. Aunque en ocasiones puede ser algo tan aparentemente “inocuo” como ver las noticias o programas de televisión de debate. Esto puede originar malestar y contagio emocional en el anciano con demencia.
  • Redirige su atención hacia hechos o conversaciones que le provoquen calma. Si está entrando en un estado de agitación o ira, distráele hablándole de algún ser querido, preguntándole por alguna anécdota estimada o de cualquier otro asunto que favorezca su buen humor.
  • Consulta con el médico de familia o el geriatra. Finalmente, son los especialistas en salud quienes mejor podrán ofrecerte unas pautas para lidiar con la agresividad en ancianos. En algunos casos, es posible que el anciano requiera medicación para tratar las causas subyacentes, como por ejemplo la depresión o la ansiedad.

¿Existen medicamentos para calmar la agresividad en ancianos con demencia?

Si bien hay medicamentos disponibles para tratar los síntomas de la demencia, incluyendo la agresividad, es importante consultar a un médico o especialista antes de tomar cualquier decisión. Cada individuo es único, y lo que funciona para uno puede no ser adecuado para otro. No hay que olvidar que el cuidado personalizado e individualizado es fundamental en estos casos.

A lo largo de este artículo hemos visto que la agresividad en ancianos con demencia puede ser una experiencia muy compleja, pero con comprensión, paciencia y el apoyo adecuado, podemos mejorar su calidad de vida y la nuestra.

Cuéntanos, cuidador/a, ¿cómo manejarías estas situaciones si tuvieses que pasar por ello? Te leemos.

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