Úlceras diabéticas en los ancianos, ¿cómo se pueden prevenir?

La diabetes es una de las enfermedades crónica más habituales entre los mayores. Cuando a una situación de dependencia por una enfermedad degenerativa u otras causas se suma, además, la diabetes, el riesgo de complicaciones es mayor. Una de las principales complicaciones es la úlcera o pie diabético.

Sin embargo, las úlceras diabéticas se pueden prevenir. En este artículo te explicamos qué son, por qué aparecen y qué podemos hacer para evitarlas.

¿Qué son las úlceras diabéticas y por qué aparecen?

La úlcera diabética es una lesión que aparece en la piel, habitualmente en las extremidades inferiores, de ahí su nombre alternativo “pie diabético”.

Estas lesiones aparecen a causa de la hiperglucemia mantenida, es decir, por tener el azúcar alto en sangre durante mucho tiempo. Por eso es una alteración que aparece tras años de haberse diagnosticado la diabetes, especialmente si no se ha tenido un buen control.

La hiperglucemia mantenida provoca que los nervios sensitivos vayan deteriorándose, de modo que la piel se vuelve cada vez más frágil. Finalmente, cualquier pequeño trauma o roce se convierte en una lesión que, en vez de curar, va agravándose cada vez más.

El pie diabético es una de las complicaciones de la diabetes más habitual, especialmente en personas mayores o con cierto grado de postración.

Prevención del pie diabético

Incluso en las personas más proclives a padecer úlceras diabéticas, como los ancianos con enfermedades degenerativas o movilidad reducida, podemos hacer mucho por la prevención. Los siguientes consejos te ayudarán a cuidar de tu familiar dependiente con diabetes y riesgo de úlceras:

Controla los niveles de glucosa en sangre (glucemia). Tanto los niveles demasiado altos como los demasiado bajos son peligrosos. Las personas con diabetes diagnosticada deben realizarse controles periódicos para valorar si se está llevando un buen control mediante la dieta y la medicación. Si estos controles suelen arrojar valores por encima o por debajo de lo adecuado para la edad del paciente, consulta con su médico y valorad conjuntamente la posibilidad de modificar la medicación o las pautas posológicas para alcanzar un mejor control de la glucemia.

Ofrécele una alimentación saludable. Además de ayudar a controlar el azúcar en sangre, una dieta adecuada ofrecerá a tu familiar dependiente todos los nutrientes que necesita para mantener una buena salud de su piel y el resto de sus órganos. En su dieta nunca deben faltar los vegetales frescos, los cereales integrales y la proteína.

Actividad física. El ejercicio físico proporciona beneficios a cualquier edad, aunque, naturalmente, debe adaptarse a las capacidades de la persona. Además, en las personas diabéticas, la actividad física ayuda a controlar los niveles de glucosa y a mantener una adecuada salud de las extremidades. Un simple paseo diario o ejercicios con los brazos pueden ser buenas maneras de mantener cierta actividad física a cualquier edad.

Higiene e hidratación de la piel. La piel de los ancianos va deteriorándose con el tiempo, por lo que un buen cuidado se hace necesario por muchas razones: sequedad, pérdida de la consistencia y el grosor, aparición de lesiones, cambios en la pigmentación, erosiones… Todo ello puede favorecer la aparición de úlceras diabéticas. Para evitarlo, debemos:

  • Proporcionar una buena higiene diaria.
  • Usar jabones suaves y prescindir de las colonias y perfumes agresivos.
  • Tras los baños, secar con una toalla suave y limpia. No debemos frotar, sino secar dando suaves toques con la toalla.
  • Asegurarnos que no quedan zonas húmedas, por ejemplo entre los dedos de los pies o bajo los pliegues de la piel. Si es necesario, se puede utilizar un secador en frío para acabar de retirar la humedad de estas zonas.
  • Debemos hidratar la piel diariamente con una loción adecuada para piel sensible, sin perfumes agresivos y que contenga componentes nutritivos para la piel, como ceramidas y ácidos grasos insaturados.

Calzado adecuado. Los ancianos deben usar siempre un calzado cómodo, suave y bien ajustado. En primer lugar, para evitar caídas, pero también para evitar los roces y las presiones que pueden ocasionar pequeños traumas y lesiones. Aunque en otras personas puedan carecer de importancia, para un anciano puede suponer la diferencia entre un pie sano y una úlcera diabética.

Cuidado especial en manos y pies. Las extremidades son las más sensibles a las úlceras, por lo que deberemos revisar periódicamente manos y pies en busca de pequeñas lesiones (por ejemplo, roces, irritaciones o ampollas) que puedan agravarse. Si encuentras alguna de estas lesiones, consulta con la enfermera o el médico cómo tratarla, y no apliques medicamentos o ungüentos sin prescripción. En cuanto al cuidado de las uñas, debes cortarlas o limarlas con sumo cuidado, procurando no rozar la piel. El control por parte del podólogo es más que aconsejable para evitar lesiones y detectar problemas a tiempo.

El cuidado de la piel en el anciano, especialmente en las personas dependientes o con movilidad reducida, es fundamental para lograr una buena prevención de las úlceras. Aplica estos consejos y no olvides consultar cualquier duda con tu médico o enfermera.

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