Cómo cuidar al cuidador no profesional

El cuidado de una persona representa una tarea muy difícil y un alto grado de responsabilidad. No es sencillo hacerse cargo de un familiar, sobre todo si no estás preparado profesionalmente para ello. En ocasiones,…

El cuidado de una persona representa una tarea muy difícil y un alto grado de responsabilidad. No es sencillo hacerse cargo de un familiar, sobre todo si no estás preparado profesionalmente para ello. En ocasiones, esta situación se presenta de forma repentina, a causa de un accidente o de una enfermedad aguda, y no hay tiempo para formarse, por lo que solo queda aprender con la práctica.

Al principio, no eres consciente de que sobre la persona cuidadora cae la mayor parte del esfuerzo y responsabilidad del cuidado ni tampoco de que te enfrentas a una situación que puede durar años. Casi sin darte cuenta te convertirás en un cuidador, pero es necesario que conozcas algunas recomendaciones que mejorarán tu vida y la de la persona a la que cuidas.

En un primer momento seguramente experimentarás estas cuatro etapas:

  1. Negación del problema. Es frecuente negar que el familiar necesita ayuda de otras personas, y que a medida que pasa el tiempo aumenta el deterioro del mismo.
  2. Búsqueda de información. Mientras se acepta la enfermedad del familiar, se empieza a buscar información acerca del trastorno que sufre, de cómo cuidarlo, etc. Es natural sentir ira, culpa y frustración.
  3. Organización. Las nuevas responsabilidades suponen una carga para la persona cuidadora, pero si cuenta con información y una idea precisa de los problemas a los que enfrentarse, podrá controlar mejor la situación.
  4. Adaptación. Es una manera de aceptar la situación que le toca vivir y se comienza a consultar con otras personas con experiencias similares.

¿Cómo saber si estoy agotado?

A veces, es difícil darte cuenta de que estás agotado y que tu salud se está deteriorando. En tu afán por hacer tu trabajo y que la persona que cuidas esté bien, puedes pasar por alto algunas señales que, a largo plazo, pueden desencadenar problemas graves de salud. Estas son:

  • Sentirte preocupado contínuamente

  • Cansancio constante

  • Dormir demasiado o muy poco

  • Problemas con el peso

  • Te enfadas con facilidad

  • Pierdes el interés en actividades que solías disfrutar

  • Tristeza

  • Tener dolores de cabeza frecuentes o dolor corporal

No es algo raro. El 57,5 % de los cuidadores padece cansancio-fatiga, estrés, dolores de espalda y articulares e insomnio; y el 43% tiene algún síntoma psicoafectivo (frustración, depresión, culpa). Como consecuencia, el 41,5 % de los afectados ha realizado una consulta médica o psiquiátrica a causa de estos problemas. Como verás no estás solo/a, muchos padecen lo mismo.

Lo que debes saber para ser un mejor cuidador

Cuidar a una persona te va a cambiar la vida. Pese a ello, procura que eso no influya en tu familiar. Hay algunos consejos simples pero efectivos que pueden contribuir a que la situación sea favorable para ambos.

Autonomía: Nunca realices cosas que la persona cuidada aun pueda hacer por sí misma. Solo ayúdala cuando veas que lo necesita o cuando te lo pida. Tampoco la metas prisa, cada uno tiene sus tiempos. Cuando logre hacer bien una tarea, felicítale, y si no llega a lograrlo no se lo recrimines ni la retes.

Rutinas: Mantén rutinas de comidas y actividades, es una manera de controlar la ansiedad.

Autoestima: Dentro de lo posible, anima a la persona cuidada a que tome sus propias decisiones.

Comunicación: La buena comunicación favorece el bienestar de ambos. Procura mantener una comunicación lo más fluida posible con la persona cuidada. Es muy importante que le demuestres que tienes tiempo para escucharla y le muestres interés. Observa a la persona para detectar cuál es su estado emocional, cuáles son sus necesidades, y busca temas de conversación interesantes, usando temas sencillos. Mírala a los ojos mientras converséis.

Vivienda: Facilita el acceso de tu casa quitando obstáculos como muebles pequeños que no se ven, utiliza suelos antideslizantes y procura que estén secos. Evita las alfombras. Instala buena iluminación y ventilación, y coloca protectores de escaleras, enchufes, radiadores, etc.

En cuanto a los cuidados personales, ten en cuenta lo siguiente:

Aseo:Explícale siempre a la persona qué es lo que vas a hacer y cuida su intimidad. Es una manera de mostrar respeto. Prepara antes todos los elementos para la higiene: agua templada, toallas, jabón, etc. Adapta el baño con suelo antideslizante y agarraderas.

Actividad:Mantén activa a la persona cuidada todo lo que sea posible, pero sin agotarla. Quita los obstáculos que puedan provocar caídas. Si es necesario, utiliza andadores, bastones, pasamanos, etc. Si la persona presenta desorientación, coloca letreros o fotos que identifiquen las diferentes habitaciones. Igualmente, los calendarios y relojes grandes la ayudarán a situarse. Si tu familiar está en cama o sentado, entonces modifica las posiciones para evitar lesiones.

Dormir: Trata de que su habitación permanezca ventilada y sin ruidos. De ser posible, utilizadla solo para dormir. Procura que la persona no duerma durante el día, salvo una pequeña siesta (máximo una hora) y mantén una rutina de horarios.

Incontinencia urinaria: Pregúntale con frecuencia si necesita ir al baño, y puedes establecer una rutina para facilitar las cosas (después de almorzar, después de la siesta, antes de dormir). Utiliza ropa que sea fácil de quitar y si se moja, cámbiale la ropa. Lava sus partes íntimas para evitar irritaciones.

Por último, ten en cuenta que es normal que la situación se descontrole en algún momento del cuidado. Recuerda que tienes buena voluntad pero no eres un profesional. Por lo tanto, pedir ayuda a familiares y amigos es una opción totalmente válida. Juntos podréis encontrar una solución a cualquier problema que surja.

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