¿Se puede dejar sola a una persona con Alzheimer? Riesgos, decisiones y alternativas
Una de las preguntas más frecuentes que se hacen familiares y cuidadores al inicio de la enfermedad de Alzheimer es: ¿puedo dejar sola a una persona con Alzheimer? La duda es comprensible. La necesidad de mantener cierta independencia se cruza con el temor constante de que algo malo suceda.
No hay una única respuesta válida para todos los casos, pues cada persona con Alzheimer vive la enfermedad de forma diferente. La capacidad para estar sola depende del estadio de la demencia, del entorno en el que vive, de sus hábitos previos y del grado de apoyo que recibe.
Este artículo está pensado para quienes conviven día a día con personas con Alzheimer y deben tomar decisiones difíciles. Analizaremos los riesgos reales, las señales de alerta, los factores que deben tenerse en cuenta y las alternativas que pueden ayudar a equilibrar autonomía y seguridad. Porque cuidar también es saber cuándo decir que no, y cómo acompañar sin invadir.
Entendiendo la enfermedad: cómo afecta a la autonomía
El Alzheimer es una enfermedad progresiva que altera la memoria, el juicio, la orientación, la capacidad de tomar decisiones y la percepción del entorno. En fases iniciales, muchas personas aún pueden hacer tareas cotidianas con relativa independencia. Sin embargo, la pérdida de capacidades es inevitable con el tiempo. Si te interesa conocer en detalle las diferentes fases del Alzheimer, te invitamos a leer nuestro artículo al respecto.
Uno de los grandes retos para familiares y profesionales es identificar el momento exacto en que una persona deja de estar segura al quedarse sola. No se trata solo de evaluar si puede abrir la puerta o preparar un café, sino de considerar cuestiones como:
- ¿Recuerda cerrar el gas?
- ¿Sabe qué hacer si suena una alarma?
- ¿Reconoce dónde está si sale de casa?
- ¿Puede manejar una caída o un accidente menor?
Cuando una persona sufre de Alzheimer, los errores de juicio son frecuentes incluso cuando la persona aún parece funcional. Por eso, el deterioro cognitivo no siempre es evidente desde fuera, pero sí tiene consecuencias graves si no se detecta a tiempo.
¿Cuándo ya no es seguro dejarla sola?
La pregunta principal —¿puedo dejar sola a una persona con Alzheimer?— requiere una evaluación muy honesta. Hay ciertos indicadores que nos dicen que ya no es seguro hacerlo.
Algunos signos clave:
- Se desorienta dentro de su propia casa o barrio.
- Olvida apagar electrodomésticos como la estufa o el fuego
- Ha salido sola y no ha podido regresar.
- Tiene dificultades para usar el teléfono
- Confunde el día y la noche.
- Presenta conductas impulsivas.
- No puede manejar emergencias básicas (una caída, un corte, un escape de gas).
Si se detectan algunos de estos signos, no se debería dejar sola a esa persona, ya que puede conllevar riesgos que puedan ponerla en peligro.
Fase inicial: decisiones difíciles pero necesarias
En la etapa leve del Alzheimer, muchas personas aún conservan autonomía parcial. Caminan solas, cocinan, se visten, e incluso pueden sostener una conversación fluida. Esto puede generar una falsa sensación de seguridad, tanto en ellas como en su entorno.
Es habitual escuchar frases como: “Todavía se maneja bien” o “Nunca ha tenido problemas al quedarse sola”.
Sin embargo, lo que se pierde primero no es la habilidad técnica, sino la capacidad de juicio. Una persona puede recordar cómo hervir agua, pero no darse cuenta de que dejó la cocina encendida. Puede reconocer su calle, pero tomar un giro equivocado y no saber volver.
Es en esta etapa cuando más cuidado se debe tener con las decisiones sobre la autonomía. No se trata de cortar de golpe su independencia, sino de construir una red de apoyo que le permita vivir con dignidad, pero sin exponerse a riesgos innecesarios.
El impacto emocional de quitar esa libertad
Decidir que alguien ya no puede quedarse solo en casa es uno de los momentos más dolorosos del cuidado. No solo para la persona con Alzheimer, que puede sentirse infantilizada o controlada, sino también para quien cuida, que muchas veces carga con culpa, dudas y presión social o lo que obliga a adaptar su vida a una nueva necesidad.
Es clave abordar este cambio de forma empática:
- Explicar con claridad y sin confrontación, aunque la persona no siempre comprenda el motivo.
- Reforzar que no es una “prohibición”, sino una forma de acompañar y reforzar su seguridad.
- Proporcionar alternativas que no le hagan sentir aislada: acompañantes, centros de día, visitas programadas.
- Buscar apoyo psicológico tanto para el cuidador como para el familiar afectado, si el proceso genera conflicto o angustia.
Alternativas al cuidado en soledad
Cuando ya no es viable dejar sola a una persona con Alzheimer, es normal que surjan preguntas prácticas: ¿Qué hago si tengo que salir? ¿Cómo concilio el trabajo y el cuidado? ¿Qué opciones existen?
Estas son algunas alternativas que se pueden considerar:
Acompañamiento profesional o familiar
Tener una red de personas que puedan estar presentes durante determinadas horas del día es clave. Esto puede incluir:
- Cuidadores profesionales a domicilio.
- Familiares que roten la supervisión.
- Voluntariado social (en algunos programas comunitarios).
Lo importante no es solo que alguien esté “físicamente” presente, sino que entienda la enfermedad y sepa cómo responder ante una emergencia.
Centros de día
Los centros de día para personas con demencia o Alzheimer ofrecen actividades estimulantes, atención sanitaria, alimentación y supervisión profesional durante varias horas al día.
Esto permite que el familiar pueda ir a trabajar o descansar, sabiendo que su ser querido está cuidado y activo.
Además, favorece la socialización y evita el aislamiento progresivo que muchas veces ocurre al quedarse solo en casa.
Tecnología de apoyo
Aunque ningún dispositivo sustituye la presencia humana, algunas herramientas pueden mejorar la seguridad:
- Sensores de movimiento.
- Alarmas para puertas.
- Relojes con geolocalización.
- Cámaras en espacios comunes (con consentimiento).
Estas tecnologías permiten monitorear desde la distancia, pero solo deben usarse como complemento, nunca como única medida.
El rol de los profesionales sociosanitarios
Trabajadores sociales, geriatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales y personal de enfermería cumplen un rol fundamental. Pueden:
- Evaluar el nivel de riesgo en el hogar.
- Acompañar al familiar en la toma de decisiones.
- Proporcionar recursos de ayuda institucional.
- Facilitar el acceso a servicios públicos o subvencionados.
Nadie debería tener que tomar estas decisiones en soledad. Apoyarse en profesionales no solo alivia la carga emocional, sino que permite tomar decisiones más seguras y sostenibles.
En definitiva, dejar sola a una persona con Alzheimer no es una cuestión de comodidad o de costumbre, sino de seguridad, dignidad y bienestar. Cada decisión debe tomarse a partir de la realidad concreta de la persona y del contexto familiar.
Cuidar es también saber proteger sin invadir. Y eso incluye saber cuándo ya no es seguro estar solo y cómo acompañar desde el respeto, la empatía y el compromiso.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿En qué etapa del Alzheimer se puede dejar sola a una persona?
Solo en fases muy iniciales, y siempre por períodos breves, en entornos controlados y si conserva el juicio y la orientación. En cuanto aparecen signos de desorientación o riesgo, ya no es seguro.
¿Qué riesgos hay si se deja sola a una persona con Alzheimer?
Desde caídas hasta incendios, intoxicaciones, fugas del hogar o incluso deshidratación. El riesgo no es solo físico, también emocional: puede generar angustia, miedo o confusión.
¿Cómo convencer a una persona con Alzheimer de que no puede quedarse sola?
Con empatía, repitiendo el mensaje de forma sencilla, evitando confrontaciones y buscando el acompañamiento de profesionales que ayuden a mediar si hay rechazo.
¿Es legal dejar sola a una persona con Alzheimer?
Depende del grado de autonomía y del contexto. Si la persona está en situación de dependencia y se considera que hay riesgo, podría considerarse negligencia.
¿Qué opciones existen si no puedo estar en casa todo el día?
Cuidadores profesionales, centros de día, familiares de apoyo, servicios comunitarios, residencias o asociaciones de Alzheimer locales pueden ofrecer soluciones flexibles.
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