¿Cuál es la diferencia entre la esclerosis multiple y la ELA?

Es común que se confundan, ya que ambas afectan el sistema nervioso y provocan deterioro físico progresivo. Sin embargo, la esclerosis múltiple (EM) y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) son enfermedades muy distintas en su origen, desarrollo, pronóstico y tratamiento. Comprender bien la diferencia entre ELA y esclerosis múltiple es clave para pacientes, familiares, cuidadores y profesionales, especialmente al momento del diagnóstico y durante el acompañamiento.

Ambas condiciones tienen en común que son neurodegenerativas y afectan funciones corporales básicas como el movimiento, el habla o la coordinación. Pero su comportamiento clínico, su progresión y su impacto en la esperanza de vida son muy diferentes.

A continuación, abordamos de forma clara, profunda y empática qué distingue a estas dos enfermedades y cómo se manifiestan en la vida cotidiana.

¿Qué es la esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune crónica que afecta al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). En ella, el sistema inmunológico ataca por error la mielina, una sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas. Esto interrumpe la señal eléctrica entre el cerebro y el cuerpo.

Características principales de la EM:

  • Suele aparecer entre los 20 y 40 años, con mayor prevalencia en mujeres.

  • Presenta brotes o recaídas, seguidos de remisión.

  • Los síntomas pueden ser reversibles o dejar secuelas.

  • La evolución es muy variable: hay formas leves y otras más discapacitantes.

  • No es mortal en la mayoría de los casos.

  • Se dispone de tratamientos modificadores que ralentizan la progresión.

Si quieres conocer más detalladamente los síntomas y causas de la esclerosis múltiple, te invitamos a leer nuestro artículo Esclerosis múltiple: síntomas y causas.

¿Qué es la ELA?

La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta a las neuronas motoras, las células responsables de controlar los movimientos voluntarios.

En la ELA, estas neuronas se deterioran y mueren, provocando una parálisis progresiva de los músculos del cuerpo.

Características principales de la ELA:

  • Suele aparecer entre los 40 y 70 años, con ligera prevalencia en hombres.

  • No hay brotes ni remisiones: la progresión es constante.

  • Afecta el habla, la movilidad, la deglución y la respiración.

  • No hay tratamiento curativo, aunque existen medidas paliativas.

  • La esperanza de vida media desde el diagnóstico es de 2 a 5 años.

  • La capacidad cognitiva suele mantenerse intacta, lo que genera alta conciencia del deterioro.

Si quieres conocer más sobre esta enfermedad, te invitamos a leer nuestro artículo ¿Qué es la Esclerosis Lateral Amiotrófica o ELA?

Diferencias clave entre ELA y esclerosis múltiple

Veamos punto por punto en qué se diferencian estas dos enfermedades neurológicas:

1. Origen y mecanismo

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca la mielina, la “capa protectora” de las neuronas. En cambio, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una patología neurodegenerativa cuya causa exacta se desconoce y que destruye directamente las neuronas motoras.

2. Zona del sistema nervioso afectada

En la EM, el daño se localiza principalmente en la mielina del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). En la ELA, el deterioro afecta a las neuronas motoras tanto del cerebro como de la médula espinal, responsables del movimiento voluntario.

3. Tipo de síntomas

La EM presenta un abanico de síntomas muy variable, que puede incluir visión borrosa, hormigueos, debilidad, problemas de equilibrio, fatiga y alteraciones cognitivas. La ELA, por su parte, se manifiesta sobre todo como una debilidad muscular progresiva, calambres y dificultades para hablar, tragar o respirar, mientras la función cognitiva suele mantenerse intacta.

4. Curso clínico

La EM suele avanzar en brotes y remisiones —con periodos de empeoramiento y mejoría—, aunque existe una forma progresiva más lenta. La ELA, en cambio, evoluciona de manera constante y progresiva, sin fases de recuperación.

5. Pronóstico vital

La EM rara vez es mortal y muchas personas conviven con ella durante décadas. La ELA, en cambio, es una enfermedad terminal con una evolución más rápida y un pronóstico vital limitado.

6. Tratamiento disponible

En la EM existen fármacos capaces de modificar el curso de la enfermedad, además de tratamientos de rehabilitación, fisioterapia, logopedia y terapia ocupacional. En la ELA no hay cura, aunque sí medicamentos que pueden ralentizar ligeramente la progresión; el enfoque terapéutico suele centrarse en el confort y los cuidados paliativos.

7. Impacto en la cognición


En la EM pueden aparecer alteraciones cognitivas leves, como dificultades de memoria o concentración. En la ELA, la mayoría de los pacientes mantiene sus capacidades cognitivas, aunque existen variantes que pueden asociarse a deterioro frontal.

8. Esperanza de vida

Las personas con EM suelen tener una esperanza de vida cercana a la de la población general, especialmente con un seguimiento médico adecuado. En la ELA, la esperanza de vida promedio oscila entre 2 y 5 años desde el diagnóstico, aunque algunos casos evolucionan más lentamente.

¿Por qué se confunden?

La confusión entre ELA y esclerosis múltiple no es infrecuente, especialmente en etapas iniciales, por varios motivos:

  • Ambas afectan el sistema nervioso.

  • Comparten síntomas como debilidad, espasticidad o dificultades motoras.

  • Comparten la palabra “esclerosis”, que lleva a pensar que tienen el mismo origen.

Sin embargo, son enfermedades distintas en casi todos los aspectos clave: desde su curso clínico hasta su pronóstico y tratamiento.

¿Qué hacer ante síntomas neurológicos?

Ante cualquier síntoma neurológico persistente —como pérdida de fuerza, alteraciones del habla, problemas de visión o coordinación— es fundamental:

  • Acudir al neurólogo cuanto antes.

  • Solicitar estudios como resonancia magnética, electromiografía y análisis de laboratorio.

  • No autodiagnosticarse ni dejarse llevar por el miedo.

  • Entender que un diagnóstico precoz cambia radicalmente la forma de afrontar cualquier enfermedad neurológica.

¿Cómo acompañar a alguien con ELA o EM?

Aunque las enfermedades son distintas, en ambas se necesita un entorno comprensivo, activo y humano. Algunas pautas para el acompañamiento:

  • Escuchar y validar el impacto emocional.

  • Respetar el ritmo de la persona, sin sobreprotegerla.

  • Estar presente, incluso cuando no hay palabras.

  • Ayudar con los tratamientos, pero también con las decisiones de vida.

  • No reducir a la persona a su diagnóstico: detrás de la enfermedad sigue habiendo una historia, deseos y dignidad.

Saber la diferencia entre ELA y esclerosis múltiple permite tomar decisiones informadas, evitar confusiones y brindar el tipo de apoyo que cada paciente necesita. Porque detrás de cada diagnóstico hay una persona única, con su propia forma de transitar la enfermedad. Y tanto en la EM como en la ELA, la información, la empatía y el acompañamiento profesional marcan la diferencia.

 

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿La ELA y la esclerosis múltiple son enfermedades relacionadas?
No. Son enfermedades distintas con causas, síntomas y evolución muy diferentes, aunque ambas afectan el sistema nervioso.

¿Cuál es más grave, la ELA o la EM?
La ELA tiene un pronóstico más severo y rápido, con mayor impacto vital. La EM puede ser discapacitante, pero suele tener mejor pronóstico y tratamientos efectivos.

¿Se puede vivir muchos años con EM?
Sí. Muchas personas con EM viven una vida larga y activa, especialmente con diagnóstico temprano y tratamiento adecuado.

¿La ELA afecta la mente o las emociones?
Generalmente, no. La persona mantiene intactas sus capacidades cognitivas, lo que puede ser emocionalmente difícil al ser plenamente consciente de su deterioro físico.

¿Ambas enfermedades requieren cuidados similares?
En parte. Comparten necesidades de rehabilitación y apoyo emocional, pero en la ELA el enfoque es más paliativo, mientras que en la EM se centra en el control de brotes y mantenimiento funcional.

 

 

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