Tratamientos para la esclerosis múltiple: avances y nuevos tratamientos

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurológica crónica que afecta al sistema nervioso central y puede generar discapacidad a lo largo del tiempo. Hasta hace unas décadas, apenas existían opciones para modificar su evolución. Sin embargo, hoy disponemos de un abanico amplio y diverso de tratamientos para la esclerosis múltiple que permiten reducir la actividad inflamatoria, controlar los síntomas y ofrecer una mejor calidad de vida a quienes conviven con la enfermedad.

Gracias a los avances científicos, la EM ha pasado de ser una condición altamente limitante a una enfermedad tratable en muchos casos, especialmente si se detecta y aborda a tiempo. Comprender bien las opciones terapéuticas disponibles, así como los tratamientos más prometedores en investigación, permite a pacientes, familias y cuidadores participar de forma activa en las decisiones médicas.

Este artículo ofrece una visión clara, actualizada y comprensible de los tratamientos disponibles para la EM, sus objetivos, enfoques según el tipo de esclerosis y los avances más recientes en el campo.

¿Qué se busca con el tratamiento de la esclerosis múltiple?

Los tratamientos actuales tienen como finalidad:

  • Reducir la frecuencia y gravedad de los brotes.

  • Prevenir la progresión de la discapacidad neurológica.

  • Mejorar los síntomas presentes.

  • Aumentar la calidad y esperanza de vida.


No existe una cura definitiva, pero el tratamiento adecuado y bien ajustado puede marcar una diferencia sustancial en la evolución de la enfermedad.

Tratamientos Modificadores del curso de la Enfermedad (TME)

Son el pilar fundamental del tratamiento. Su función es modificar la evolución natural de la EM, disminuyendo la inflamación y ralentizando el daño acumulado.

¿En qué consisten los TME?

Actúan sobre el sistema inmunológico para reducir la agresión a la mielina, la sustancia que recubre los nervios y cuya destrucción genera los síntomas característicos de la EM.

Estos tratamientos varían en potencia, forma de administración y perfil de efectos secundarios. La elección del tratamiento dependerá del tipo de EM, la actividad de la enfermedad y las características de cada paciente.

Principales grupos de TME

1. Inyectables de primera generación

Suelen usarse en formas leves o en personas jóvenes, con buen perfil de seguridad.

  • Interferón beta (Avonex, Rebif, Betaferon).

  • Acetato de glatirámero (Copaxone).

2. Fármacos orales

Más cómodos por vía oral, con eficacia intermedia o alta según el caso.

  • Fingolimod.
  • Dimetilfumarato.
  • Teriflunomida.
  • Ponesimod.
  • Siponimod.


3. Terapias de alta eficacia

Utilizadas en pacientes con EM muy activa o que no responden a terapias previas. Suprimen partes del sistema inmune con más intensidad, por lo que requieren controles frecuentes.

  • Natalizumab.
  • Ocrelizumab.
  • Alemtuzumab.
  • Cladribina.
  • Ofatumumab.

4. Nuevas moléculas en investigación

Se están estudiando nuevos fármacos que buscan regular el sistema inmunitario de forma más “selectiva”, sin dejarlo deprimido por completo.

En lugar de actuar sobre todas las defensas, estos tratamientos se dirigen solo a algunos tipos concretos de células implicadas en la esclerosis múltiple, con el objetivo de mantener la eficacia reduciendo al máximo los efectos secundarios.

Tratamiento de los brotes

Cuando ocurre un brote (empeoramiento agudo de síntomas neurológicos), se utilizan corticoides de alta dosis, habitualmente por vía intravenosa:

  • Metilprednisolona IV durante 3 a 5 días.

  • Alternativa oral si el brote es leve o no se requiere hospitalización

Estos no cambian la evolución de la enfermedad, pero aceleran la recuperación del brote y reducen la inflamación aguda.

En brotes graves o resistentes, puede considerarse plasmaféresis o inmunoglobulinas.

Tratamiento sintomático

La esclerosis múltiple puede producir síntomas diversos, que deben ser tratados de forma específica y adaptada:

  • Espasticidad muscular: baclofeno, tizanidina, fisioterapia.

  • Fatiga: amantadina, estrategias de ahorro de energía.

  • Dolor neuropático: pregabalina, gabapentina, duloxetina.

  • Trastornos urinarios: anticolinérgicos, sonda intermitente.

  • Disfunción sexual: tratamiento hormonal o psicológico.

  • Problemas cognitivos: estimulación neuropsicológica, terapia ocupacional.

  • Trastornos del ánimo: psicoterapia, antidepresivos

El abordaje sintomático es tan importante como el tratamiento inmunológico, porque incide directamente en la calidad de vida.

Rehabilitación y apoyo multidisciplinar

Más allá de los medicamentos, la atención integral debe incluir:

  • Fisioterapia: para mantener la movilidad, reducir espasmos y prevenir atrofias

  • Terapia ocupacional: facilita la autonomía en actividades diarias

  • Logopedia: si existen problemas de deglución o habla

  • Neuropsicología: entrenamiento en memoria, concentración y planificación

  • Psicoterapia: gestión emocional del diagnóstico y la evolución

El trabajo conjunto de estos profesionales permite adaptar la vida a los nuevos ritmos de la enfermedad, sin renunciar a la autonomía ni al bienestar.

¿Qué tipo de esclerosis múltiple tiene mejor respuesta al tratamiento?

El tipo de EM influye mucho en la elección y efectividad del tratamiento.

  • EM remitente-recurrente (EMRR): responde mejor a los tratamientos modificadores. Es la forma más frecuente y la que ha recibido más atención terapéutica en los últimos años.

  • EM secundaria progresiva (EMSP): puede responder a algunos TME si aún hay actividad inflamatoria.

  • EM primaria progresiva (EMPP): más compleja de tratar. Actualmente, ocrelizumab es el único tratamiento aprobado con eficacia demostrada.

  • EM benigna: algunos casos muy leves se manejan sin tratamiento inmunomodulador, pero bajo estrecha vigilancia neurológica.

Avances recientes y líneas de investigación

En los últimos años se han producido avances importantes:

  • Terapias más selectivas y menos tóxicas.

  • Mayor conocimiento del papel de las células B y del microambiente inflamatorio.

  • Uso de biomarcadores para predecir la respuesta a tratamientos.

  • Terapias orales de segunda generación, con perfiles mejorados.

  • Proyectos de medicina personalizada, que buscan adaptar el tratamiento al perfil genético e inmunológico del paciente.

Además, se están explorando terapias que regeneren la mielina y no solo frenen su destrucción, lo que supondría un gran salto hacia una forma de "reparación" en vez de contención.

El papel activo del paciente en el tratamiento

El éxito del tratamiento no depende solo del fármaco elegido, sino también de la actitud del paciente:

  • Cumplir con el tratamiento y los controles.

  • Comunicar síntomas nuevos o efectos secundarios.

  • Participar en decisiones terapéuticas.

  • Adoptar un estilo de vida saludable: ejercicio adaptado, alimentación equilibrada, manejo del estrés.

  • Buscar apoyo emocional y social.

La educación sobre la enfermedad es una herramienta fundamental para que el paciente pueda tomar decisiones informadas, reducir la ansiedad y colaborar activamente en su proceso de salud.

Y aunque aún hay camino por recorrer, cada paso médico y cada historia de adaptación son prueba de que la EM no define el futuro, sino que puede convivirse con ella con conciencia, estrategia y esperanza.

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Todos los pacientes con EM deben tomar medicación?
No necesariamente. Algunos casos leves pueden no requerir tratamiento inmediato, pero deben mantenerse bajo seguimiento estrecho. En la mayoría, sí se recomienda iniciar tratamiento lo antes posible.

¿Los tratamientos inmunosupresores me hacen más vulnerable a infecciones?
Pueden aumentar ligeramente el riesgo, pero con controles adecuados, la mayoría de pacientes lleva una vida normal sin complicaciones graves.

¿Puedo cambiar de tratamiento si no me va bien el actual?
Sí. Hay múltiples alternativas terapéuticas, y el cambio es habitual si hay efectos adversos o falta de eficacia.

¿Existe cura para la EM?
A día de hoy, no hay cura, pero los tratamientos disponibles permiten vivir más tiempo, con mejor calidad de vida y menor discapacidad.

¿La alimentación o el ejercicio pueden ayudar?
Sí, como parte del abordaje integral. Aunque no reemplazan los tratamientos médicos, una vida saludable influye positivamente en la evolución de la enfermedad.

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