A los 70 años, el cuerpo no responde igual que a los 40 o 50, y eso se nota también al momento de intentar perder peso.Sin embargo, el deseo de...
La pérdida de peso en personas mayores
Con el paso de los años, el cuerpo cambia: disminuye la masa muscular, se altera el apetito y el metabolismo se vuelve más lento. Pero cuando estos cambios se traducen en una pérdida de peso significativa o inesperada en personas mayores, es importante prestar atención. No siempre se trata de algo natural o benigno: en muchos casos, es una señal de que algo más está ocurriendo en el organismo.
La pérdida de peso puede tener consecuencias serias en la tercera edad: aumenta el riesgo de caídas, debilita el sistema inmunológico, afecta la autonomía y puede agravar enfermedades crónicas. Por eso, detectar las causas y actuar a tiempo es clave para preservar la salud física y emocional de la persona mayor.
En este artículo abordamos de forma clara y profunda cuáles son las causas más frecuentes de la pérdida de peso en personas mayores, qué señales de alerta debemos observar y qué estrategias prácticas pueden ayudar a detener o revertir esta situación.
¿Cuándo se considera preocupante la pérdida de peso?
Una ligera reducción de peso con los años puede ser esperada. Sin embargo, hay situaciones que requieren evaluación médica urgente, especialmente cuando:
- Se pierde más del 5% del peso corporal en menos de 6 meses sin motivo aparente.
- La pérdida de peso está acompañada de fatiga, debilidad o cambios en el estado de ánimo.
- Hay una reducción del apetito persistente o dificultades para comer.
En personas mayores, incluso una pérdida de peso “moderada” puede tener grandes efectos sobre la salud física, mental y funcional.
Causas frecuentes de la pérdida de peso en adultos mayores
1. Cambios fisiológicos del envejecimiento
Con la edad, es natural que se produzcan ciertas modificaciones en el cuerpo:
- Reducción de la masa muscular (sarcopenia).
- Menor actividad física.
- Cambios en el sentido del gusto y el olfato.
- Reducción de la producción de saliva.
- Digestión más lenta y menos eficiente.
Estos factores, aunque fisiológicos, pueden reducir el apetito y llevar a una ingesta calórica insuficiente, especialmente si no se adaptan los hábitos alimentarios.
2. Enfermedades crónicas
Muchas patologías comunes en la vejez pueden provocar pérdida de peso directa o indirectamente:
- Demencias como el Alzheimer, que alteran la conducta alimentaria.
- Depresión, frecuente pero a menudo subdiagnosticada.
- Cáncer, incluso en fases iniciales.
- Diabetes mal controlada, puede generar catabolismo.
- Enfermedades digestivas: gastritis crónica, úlceras, insuficiencia pancreática.
- Insuficiencia cardíaca, hepática o renal avanzada.
Estas condiciones pueden reducir el apetito, dificultar la absorción de nutrientes o aumentar el gasto calórico del organismo.
3. Problemas bucodentales
Una de las causas más subestimadas. Dolor al masticar, dentaduras mal ajustadas, pérdida de piezas dentales o infecciones bucales pueden llevar a evitar ciertos alimentos o comer menos. Esto limita la variedad y la calidad de la dieta diaria.
4. Medicación y efectos secundarios
Muchos medicamentos de uso frecuente en adultos mayores pueden causar:
- Náuseas.
- Disminución del apetito.
- Cambios en el gusto.
- Somnolencia.
- Estreñimiento.
Especialmente los antidepresivos, diuréticos, antiinflamatorios, opioides o quimioterápicos pueden estar implicados. Además, las interacciones entre fármacos pueden agravar estos efectos.
5. Aislamiento social y factores emocionales
El estado emocional influye directamente en la alimentación. Personas mayores que viven solas, han perdido a su pareja o carecen de apoyo social pueden presentar:
- Desinterés por comer.
- Saltarse comidas.
- Preparar comidas menos nutritivas.
- Falta de motivación general.
La soledad, el duelo o el abandono son causas frecuentes de desnutrición silenciosa.
Consecuencias de la pérdida de peso en la vejez
Más allá de lo estético o del número en la balanza, perder peso sin control en la tercera edad puede tener consecuencias físicas y funcionales importantes:
- Pérdida de masa muscular y fuerza, lo que aumenta el riesgo de caídas.
- Desnutrición: carencia de proteínas, vitaminas y minerales esenciales.
- Compromiso del sistema inmune: más riesgo de infecciones y mala cicatrización.
- Mayor fragilidad ósea y aparición de fracturas.
- Deterioro cognitivo acelerado.
- Reducción de la autonomía personal.
Actuar a tiempo puede evitar una espiral descendente de debilidad, hospitalizaciones frecuentes y dependencia funcional.
Cómo detectar y abordar la pérdida de peso en personas mayores
1. Observar cambios físicos y conductuales
Algunas señales indirectas de que una persona mayor está perdiendo peso o no está comiendo lo suficiente:
- La ropa le queda holgada.
- Come menos de lo habitual o deja comida en el plato.
- Evita alimentos que antes le gustaban.
- Se queja de cansancio, mareos o debilidad.
- Muestra desinterés por la comida o por cocinar.
El seguimiento regular del peso corporal y del índice de masa corporal (IMC) puede ser una herramienta sencilla y muy útil.
2. Consultar al equipo médico
Ante una pérdida de peso sospechosa, es fundamental:
- Realizar una evaluación médica completa (física, cognitiva, emocional y nutricional).
- Revisar la medicación actual y posibles efectos adversos.
- Solicitar análisis de sangre que ayuden a identificar carencias o enfermedades ocultas.
- Derivar a un nutricionista o geriatra si es necesario.
3. Mejorar la alimentación de forma práctica
No se trata solo de comer más, sino de comer mejor y con estrategia. Algunas claves:
- Fraccionar la alimentación: 5 o 6 comidas al día en pequeñas porciones.
- Priorizar alimentos densos en nutrientes: huevos, yogures, frutos secos, legumbres, pescado azul.
- Incluir batidos naturales o suplementos nutricionales si no se cubren las necesidades.
- Adaptar las texturas si hay dificultad para masticar o tragar.
- Evitar ayunos prolongados y asegurar un buen desayuno y cena.
- Ofrecer la comida en un entorno agradable, acompañando si es posible.
En algunos casos, los suplementos nutricionales orales (líquidos o en polvo) pueden ser recomendados por el profesional de salud.
4. Estimular el apetito
- Cocinar con aromas y colores atractivos.
- Evitar platos monótonos o sin sabor.
- Añadir especias suaves para realzar el gusto.
- Crear una rutina alimentaria con horarios estables.
- Combinar alimentos que gusten con otros más nutritivos.
Si quieres aprender a seguir una dieta rica y nutritiva para personas mayores, te recomendamos nuestro artículo Nutrición en ancianos. Cómo mejorar la sira en personas mayores.
También es fundamental tratar las causas emocionales: la soledad, la tristeza o el duelo deben ser abordados desde una mirada integral, no solo desde la nutrición.
La pérdida de peso en personas mayores no debe pasar desapercibida. A menudo, es un síntoma de que algo no va bien, y puede tratarse si se detecta a tiempo. Con un enfoque empático, atención médica adecuada y estrategias nutricionales personalizadas, es posible recuperar la vitalidad, evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida en la vejez.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Es normal que las personas mayores coman menos?
Es común que el apetito disminuya con la edad, pero no debe llevar a una pérdida de peso significativa. Si esto ocurre, debe investigarse la causa.
¿Qué se puede hacer si un anciano no quiere comer?
Identificar si hay dolor, malestar digestivo, tristeza o problemas dentales. Fraccionar la alimentación, mejorar la presentación de los platos y ofrecer compañía durante las comidas puede ayudar.
¿La pérdida de peso siempre indica una enfermedad?
No siempre, pero cuando es involuntaria, sostenida o rápida, puede ser síntoma de una enfermedad física, emocional o neurológica.
¿Qué alimentos ayudan a recuperar peso en mayores?
Aquellos con alta densidad calórica y nutricional: aceite de oliva, frutos secos, aguacate, huevos, quesos suaves, batidos con leche y frutas, entre otros.
¿Cuándo debo preocuparme por la pérdida de peso en un adulto mayor?
Si se pierde más del 5% del peso corporal en 6 meses, hay pérdida de apetito sostenida o síntomas como debilidad, fatiga o tristeza, es momento de consultar.
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